Capítulos de Los Comentarios Reales de los Incas de Garcilaso de
la Vega dedicados a descripciones y relatos sobre las aves del Perú.
CAPITULO
XIX DE LAS AVES BRAVAS Y MANSAS DE TIERRA Y AGUA
CAPITULO XXI DIFERENCIAS DE PAPAGAYOS Y SU MUCHO HABLAR
CAPITULO XX
DE LAS PERDICES, PALOMAS Y OTRAS AVES MENORES
Dos maneras de perdices se hallan en aquella mi
tierra, las unas son como pollas ponedoras, críanse en los desiertos que los
indios llman puna. Las otras son menores que las de España; son de buena
carne, mas sabrosa que la de las grandes; las unas y las otras son de color
pardo, los picos y pies blancos, las chicas propiamente parecen á las
codornices en el color de la pluma, salvo las pecas blancas que no las tienen,
llámanles yutu, pusiéronles el nombre de el sonido del canto que
tienen, que dicen yutyut; y no solamente á las perdices, pero á otras muchas
aves del ponen el nombre del canto de ellas como diremos de algunas en este
discurso. Lo mismo hacen en muchas cosas: otras declararemos donde se
ofrecieren. De las perdices de España no sé que hayan llevado á mi
tierra. Hay palomas torcazas como las de acá, en tamaño,
pluma y carne, llámanles urpi, quiere decir paloma. A las
palomas caseras que han llevado de España, dicen los los indios. Castilla urpi,
que es paloma de Castilla, por decir que fueron llevadas de acá.
Hay tórtolas, ni más ni menos que las de España, que ya en el tamaño
no son algo mayores, llámanles cocohuay, tomadas las dos primeras
sílabas del canto de ellas, y pronunciadas en lo interior de la garganta,
porque se asemeje mas el nombre con el canto.
Hay otras tortolillas pequeñas del
tamaño de las calandrias ó cogujadas, y del color de ellas;
crian por los tejados, como acá los gorriones; y también crian en el
campo, hállanse pocas. Hay unos pajarillos pardos que los
españoles llaman gorriones, por la semejanza del color y del tamaño, aunque
diferentes en el canto, que aquellos cantan muy suavemente: los indios les
llaman pariapichiu, crian por los bardales de las casas, donde quiera que
hay matas en las paredes, y también crian en el campo. Otros pajarillos
bermejuelos, llaman ruiseñor los españoles por la semejanza del color,
pero en el canto difiere como lo prieto de lo blanco; porque aquellos cantan
malísimamente, tanto que los indios en su antigüedad, lo tenian por mal
agüero. Hay unos pajarillos prietos que los españoles llaman golondrinas,
y mas son aviones que golondrinas: vienen a sus tiempos, aposéntanse en
los agujeros de los tejados, diez, doce juntos. Estas avecillas son las
que andan por los pueblos mas cerca de la gente que otras: golondrinas, ni vencejos,
no ví por allá, á lo menos en lo que es la serranía del Perú. Las
aves de los llanos son las mismas, sin las marinas que son diferentes. Sisones
gangas, ni ortegas, ni zorzales no las hay en aquella tierra
ni grullas, ni abutardas. Otras abrá en lugar de ellas, de
que yo no me acuerdo. En el reino de Chile, que también fue de imperio de
los Incas del Cuzco, hay avestruces, que los indios llaman suri,
no son pluma tan fina, ni tan galana, como las de Africa: tienen el color entre
pardo y blanco, no vuelan por alto, mas á vuela pie son muy ligeras: corren mas
que un caballo: algunas tomaron los españoles, poniéndose en paradas en sus
caballos, que el aliento de cun caballo, ni se dos solos no basta á cansar a
aquellas aves. En el Perú hay sirgueros que los españoles llaman
asi, porque son de dos colores, amarillo y negro, andan en bandas. Los
indios les llaman chayna, tomando el nombre de su mismo canto.
Otras muchas maneras de pájaros hay, chicos y grandes, de que no acertaré á
dar cuenta por la multitud de ellos y poquedad de la memoria. Acuérdome
que hay cernícalos como los de acá: pero mas animosos, que algunos se
ceban en pajarillos. En el llano, de Yucay ví volar dos cernícalos á un
pajarillo, traíanlo de lejos, encerróceles en un árbol grande y espeso que
hay en aquel llano, yo lo dejé en pié, que los indios en su gentilidad tenian
por sagrado; porque sus reyes se ponian debajo del, á ver las fiestas que en
aquel hermoso llano se hacian: el uno de los cernícalos, usando de su natural
industria, entró por el árbol á echar fuera el pajarillo, el otro se subió
en el aire encima del arbol para ver por donde salia, y en saliendo el pájaro,
forzago del que le perseguia, cayó á él, como un nebli; el pajarillo volvió
á socorrerse en el arbol: el cernícalo que cayó á él entró á echarle
fuera, y el que la había sacado del arbol se subió en el aire, como hizo el
primero para ver por dónde salia: de esta manera los cernícalos, trocándose
ya el uno, ya el otro entraron y salieron del arbol cuatro veces, y otras tantas
se les encerró el pajarillo con grande ánimo, defendiendo su vida hasta que la
quinta vez se les fue al río, y en unos paredones de edificios antiguos, que
por aquella banda había, se les escapó con gran contento y gusto de cuatro ó
cinco españoles que habían estado mirando la volatería, admirados de lo que
la naturaleza enseña á todas sus criaturas hasta las aves tan pequeñas para
sus sustentar sus vidas: unas acometiendo, y otras huyendo con tanta industria y
maña como se vé á cada paso. Abejas silvestres hay de diversas maneras:
de las domésticas criadas en colmenas, ni los indios las tuvieron antes, ni los
españoles se han dado nada hasta ahora por criarlas: las silvestres se crian en
resquicios y concavidades de peñas, y en huecos de árboles; las que son de
tierras frías por las malas yerbas de que se sustentan, hacen poca miel, y esa
desabrida y amarga, y la cera negra de ningun provecho: las de tierras templadas
ó calientes, por las buenas yerbas de que gozan, hacen muy fina miel blanca,
limpia olorosa y muy dulce: llevada a tierras frias se cuaja, y parece azúcar,
tiénenla en mucha estima, no solo para comer, mas también para el uso de
diversas medicinas, que la hallan muy provechosas.
CAPITULO
XIX DE LAS AVES BRAVAS Y MANSAS DE TIERRA Y AGUA
CAPITULO XXI DIFERENCIAS DE PAPAGAYOS Y SU MUCHO HABLAR